La Escuela Dominical es el instrumento principal de la iglesia para dirigir las personas a la fe en el Señor Jesucristo y para desarrollar a los cristianos para que cumplan la misión de Cristo mediante grupos abiertos de estudio bíblico que involucren a las personas en la evangelización, el discipulado,el compañerismo, el ministerio, la adoración y el servicio
Servicios
Servicios
Domingos 8:00 - 11:00 a.m
Bolívar Gran Hotel
Av. Menca de Leoni
Ciudad Bolivar
domingo, 29 de noviembre de 2015
lunes, 23 de noviembre de 2015
viernes, 20 de noviembre de 2015
viernes, 13 de noviembre de 2015
LA CONDICIÓN DE NUESTRO CORAZÓN
Pasaje Bíblico: Mateo 6:24;
1Timoteo 6:10; Isaías 5:1 – 2.
Introducción:
Cada uno debe elegir al Señor que servirá. De la misma manera cada uno
debe elegir el reino en el cual vivirá: El reino de Dios o el reino de las
tinieblas. Nadie puede ser ciudadano de dos reinos al mismo tiempo. Así como
sólo hay dos señores y dos reinos, sólo hay dos caminos donde podemos andar: El
camino angosto que lleva a la vida eterna o el camino ancho que lleva al
castigo eterno. ¿Por qué es que el hombre insiste en acumular tesoros en la
tierra? La culpa la tiene el pecado. El
pecado entra en el corazón del hombre, del pecado surge el egoísmo, y entonces
del egoísmo surgen otros pecados, como la avaricia, el orgullo y la codicia. El
pecado hace tres cosas: 1.- Nos convierte en su esclavo. 2.- Nos siega
espiritualmente. No podemos ver que somos esclavos. No podemos ver la luz
verdadera que es Jesús. 3.- Nos destruye. El castigo del pecado es la muerte
eterna. Es por esta razón que Jesús nos enseñó a apartarnos del pecado, a no
acumular tesoros en el mundo. Este es el error más grande que podemos cometer.
a) ¿A quién Sirvo?
"Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno
y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas". Mateo
6:24
Mateo nos dice que no podemos
amar a dos señores, porque amaremos a uno y despreciaremos a otro. No podemos
amar a Dios y a las riquezas. De acuerdo con 1 Timoteo 6:10, el amor al dinero
es la raíz de todo mal. No el dinero, sino el amor al dinero. Y ¿qué es amor?
Una pasión que atrae. ¿Le atrae el amor por Dios, las almas y su obra? O ¿le
atrae el poder, el renombre y las riquezas? Aunque estas traen bienestar y
ciertos beneficios, el mayor propósito de nuestras vidas debe estar dirigido a
hacer la voluntad del Padre, a convertirnos en colaboradores de su reino.
Debemos arduamente alcanzar
alturas espirituales en Cristo y un corazón humilde, dispuesto ante todo a
buscar primeramente el reino de Dios y no las añadiduras. Alguien dijo:
"Enséñame tu chequera, y te diré dónde está tu corazón". En otras
palabras, sus gastos más frecuentes reflejan dónde está su corazón.
b) Despedregar
el terreno
Isaías 5:1-2
Es posible que usted no tenga
ningún problema en cuanto a diezmar y ofrendar, pero sin embargo, tiene otras
cosa que detienen su bendición. Todos sabemos que, al simple ojo humano, hay
cosas que no podemos ver, pero Dios es el que escudriña nuestro corazón.
El salmista David, hombre
conforme al corazón de Dios, llamado a ser rey de Israel, en el cual estaban la
mano y la unción del Señor, luego de haber caído en pecado y examinado su
corazón, halló que este no era puro y limpio. Y alzando su voz, pidió:
"Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio…" (Salmos 51:10).
En Isaías 5, leemos el cantar
del Amado a su viña. Dice que la plantó en una ladera fértil (en una iglesia donde
fluye al Palabra y la unción de Dios), que la cercó y despedregó. Cuando nos
dice que la despedregó, podemos entender desde el ámbito espiritual que tomó
todo aquello que pudiera impedir que la semilla creciera libremente. De igual
manera, nuestros corazones deben ser libres de toda impureza, resentimiento,
odio, amarguras, dudas, miedos y muchas otras cosas que impiden que podamos
crecer y disfrutar de las bendiciones que Dios tiene para nosotros.
c) Cara a cara con nosotros mismos
Después
del Señor, nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Conocemos nuestro pasado
y todas aquellas cosas que hemos experimentado y que, de una forma u otra, han
causado daño a nuestras vidas. Y nosotros mismos, con la ayuda del Espíritu
Santo, podemos hacer frente a ello y sacarlas de nuestros corazones. El Espíritu de Dios ha sido dado
para asistirnos, pero depende de usted y de mí recibir la Palabra y dejar que
esta haga el trabajo en nuestras vidas y corazones. Sin embargo no podemos
dejarle todo al Espíritu Santo. Hay una parte que usted y yo debemos hacer.
Debemos ser proactivos. ¿Qué es ser proactivo? Tomar responsabilidad por
nuestras propias vidas y acciones.
La
persona proactiva no se detiene a lamentarse por el pasado y las circunstancia,
sino que busca la manera de transformarlo a su favor. El proactivo echa mano de
las bendiciones y promesas que Dios le ha dado. Busca arduamente agradarle y
anhela ser purificado y transformado cueste lo que cueste. El proactivo está
atento a la voz y a la guía del Espíritu Santo, sabiendo que esta es la única
manera de dejar atrás al viejo hombre y caminar hacia adelante, a la bendición
que está guardada en Dios.
Por
otro lado, la persona reactiva se rinde fácilmente y echa culpa a todo y todos,
sin tomar su propia responsabilidad. Un ejemplo de esto es aquella persona que
carga con rencores en su corazón porque, en algún momento de su vida, fue
herida o traicionada. Siempre se justifica por su carácter y forma de ser, en
vez de tomar responsabilidad y, dirigida por el Espíritu Santo, buscar un
cambio en su vida. El reactivo sede fácilmente a las tentaciones de la carne y
no lucha con tenacidad para alcanzar madurez en Cristo.
También
dentro del pueblo de Dios, encontramos un tipo de persona, que culpa al pastor,
los líderes y hasta los músicos por no haber crecido espiritualmente y
alcanzado las bendiciones de Dios. En este caminar en Cristo, aunque todos
miembros de un solo Cuerpo, cada uno es responsable por su propia vida. Todos
somos culpables de accionar como reactivos en algún momento en nuestras vidas,
de una forma o de otra. Sé que tomar responsabilidad no es nada fácil. Como
dice un dicho: "La culpa es fea, y nadie la quiere". Pero para poder
recibir las bendiciones de Dios y prosperar, necesitamos madurar, y esto solo lo
puede hacer usted mismo con las lluvias del Espíritu Santo sobre su vida.
jueves, 5 de noviembre de 2015
ANTES DE SEMBRAR
Pasaje
Bíblico: Salmo 65:10;
Juan 16: 7 – 9; 1 Corintios 2: 13 – 15; Filipenses 1:6; 3 Juan 2; Zacarías 1:3
Introducción:
"Haces
que se empapen sus surcos, Haces descender sus canales; La ablandas con
lluvias, Bendices sus renuevos” Salmos
65:10
En los tiempos bíblicos, por lo
general se esperaba por la lluvia antes de empezar a cultivar la tierra. Esto
sucedía normalmente entre los meses de octubre y noviembre —lo que la Biblia
llama la lluvia temprana. En los años
que la lluvia no llegaba a tiempo, la cosecha no era igual. Por ello, a través
de las Escritura, vemos que la lluvia es un tipo de bendición.
Así como la tierra necesita de
la lluvia para preparar el terreno que ha de ser cultivado, de igual manera
nuestras vidas necesitan la lluvia del Espíritu Santo de Dios, el cual nos
ministra tocando nuestros corazones y preparando el terreno para la Palabra de
Dios, la semilla.
I.- Lluvia Temprana por el Espíritu Santo
El Espíritu Santo nos ministra a
través de la Palabra y nos revela el estado de nuestra alma
Haciéndonos ver
nuestra condición pecaminosa, pero a su vez nos da entendimiento de que la obra
ya fue hecha por Jesucristo en la cruz del calvario y que la justicia de Dios
está disponible para nosotros. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me
vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me
fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí. Juan 16:7-9
a)
Tres Obras Específicas del Espíritu Santo
Este
es el inicio de su tarea en nuestra vida, cómo la lluvia temprana viene a
prepararnos para recibir las bendiciones que Dios ha dispuesto para nosotros. Hay que
considerar que dice
convencerá"; en otras palabras, el Espíritu Santo ha de persuadir, de presentar
el caso de cada hombre hasta el punto que tenga que rendirse a los pies de
Jesús y reconocer y declarar que es pecador.
De pecado
El Espíritu Santo, ya sea a
través de predicaciones, enseñanzas, exhortación o música, diariamente habla al
mundo pecador sobre su condición y cómo esta puede ser cambiada solo a través
de fe en Jesucristo. De igual manera, nosotros como creyentes, aunque ya
salvos, somos cada día confrontados y llamados al arrepentimiento de nuestras
acciones pecaminosas.
De justicia
En primer lugar, el Espíritu
Santo habla de la justicia que reside en Jesucristo como Hijo de Dios, pero a
su vez nos ayuda a comprender que nosotros mismos no podemos alcanzar justicia,
porque ella es recibida solo por gracia.
De juicio
Por cuanto el príncipe de este mundo ha sido juzgado, nos
habla que en Jesucristo radica todo poder.
"Porque
el hombre natural no puede percibir las cosas que son del Espíritu de Dios,
porque para él son locura, y no las puede entender porque se han de discernir
espiritualmente" .
1 Corintios 2:13-15
El Espíritu Santo nos da la
visión de Cristo y el plan de salvación y bendición que Él tiene para nosotros.
Todo esto es el principio de la obra del Espíritu en nuestras vidas; una vez
salvos, el proceso de santificación es iniciado en nosotros. Este proceso es
continuo en el creyente y ha de continuar mientras estemos en este cuerpo
mortal. "estando persuadido
de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el
día de Jesucristo" Filipenses 1:6
No importa cuántos años tengamos
sirviendo al Señor, necesitamos cada día acercarnos a Él con corazones humildes
y pedirle que nos lleve a alturas espirituales en Él, quitando todo aquello que
no sea de su agrado de nuestras vidas y añadiendo lo que necesitamos para poder
ser mejores siervos y siervas en su obra. A través de la Palabra de Dios, el
Espíritu Santo ministra a nuestras almas trayendo liberación y restauración
espiritual. El mismo Señor Jesús dijo: "Conoceréis la verdad y la verdad
les hará libre" y "mi Palabra es la verdad" Juan 8:32. Cuando
nos miramos en el espejo de la Palabra de Dios, podemos entender claramente
cuáles son aquellas cosas encerradas en nuestros corazones que deben ser eliminadas.
Y con la ayuda del Espíritu, podemos lograrlo. Seamos sinceros, cuando nos
acercamos a Dios por primera vez, estábamos cargados, llenos de odio, envidias,
con heridas muy profundas que, en muchas ocasiones, ni aun nosotros mismos
podíamos identificar. A través de la obra del Espíritu Santo, nuestros
corazones son tocados, y el terreno es preparado para recibir lo que Dios tiene
guardado para nosotros.
¿Cómo se prepara el terreno? A través del desarrollo de cada
una de las virtudes del fruto del Espíritu, tales como amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. A medida que vamos
creciendo en Dios y desarrollando el fruto del Espíritu en nosotros, podemos
echar mano de las bendiciones de Dios. Estas virtudes, como lluvia, entran a
nuestras vidas para transformar, traer refrigerio espiritual y llenarnos de
bendición.
b)
La voluntad de Dios para
sus hijos
"Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma" 3 Juan 2
En
la tercera epístola de Juan, se nos dice que la voluntad de Dios es que
prosperemos en todas las cosas, así como prospera nuestra alma. En este
versículo, se utiliza "así" como adverbio, el cual indica "de
igual manera". ¿Qué quiere decir esto? Que con el mismo nivel que crecemos
espiritualmente, recibiremos las bendiciones que Dios ha prometido para
nosotros. En otras palabras, si aún somos niños espirituales, aunque herederos,
seremos tratados como esclavos, sin derecho a poder administrar nuestra
herencia.
El apóstol Juan nos habla de
balance: si no hay crecimiento no hay bendición. Colóquese en el lugar de Dios,
¿daría usted cien mil bolívares a un niño de dos años? ¿Usted pondría a un niño
a administrar sus negocios? Posiblemente no. De igual manera, si no hemos
crecido espiritualmente, no estamos listos para
recibir la prosperidad que Dios promete. Pregúntese así mismo: ¿soy un
buen administrador de los bienes que Dios ha puesto en mis manos? ¿He sido fiel
en lo poco, por lo tanto tengo derecho a lo mucho? ¿He dado a Dios los diezmos
y las primicias de todo? Si con dificultad diezmamos de quinientos bolívares,
¿qué cree que haría con cinco mil bolívares? Recuerde que el propósito de Dios
de bendecirlo no es para que usted pueda comprar un lujoso auto, una casa
grande y vestirse con ropa de diseñador. Aunque todo esto es bueno, el
propósito primordial para Dios es que usted sea un canal de bendición para
otros y en su obra, que apoye la obra local y la visión que Él ha dado a sus
hijos. La medida con la cual usted ofrenda y diezma actualmente en la obra de Dios
nos habla de cómo lo haría si es prosperado aún más.
c)
La
Misericordia de Dios
"Volveos
a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos"
Zacarías 1:3 Dios nos llama hoy al arrepentimiento y al cambio ("si
oyeres atentamente la voz de Jehová"). Si usted quiere disfrutar de la
prosperidad que Dios promete en su Palabra, debe empezar pidiéndole perdón y
luego caminar en obediencia en cuanto a diezmos y ofrendas se refiere. Puede
ser que seamos fieles diezmadores, pero ¿qué tal las ofrendas? Recuerde lo que
dice: "… ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas"
martes, 3 de noviembre de 2015
Suscribirse a:
Entradas (Atom)